martes, 27 de noviembre de 2012

Esceptiscepticismo



Allá por el lejano siglo II de la Grecia clásica brotó, entre otras muchas, una corriente de pensamiento. Se llamaba el escepticismo, y sus defensores, los escépticos.

Los escépticos tenían una opinión contraria a la visión moralista del arte. Los escépticos pensaban que era perjudicial, que no aportaba nada a la conciencia humana y que toda emoción que pudiese provocar en el hombre no era más que una superstición. Los escépticos arremetían con especial interés contra la música, proclamando que la aplicación de la teoría que lo rodeaba era fugaz e innecesaria. Los escépticos creían firmemente que, en realidad, la música no existía, sino solo sus impresiones: por lo que al final acababa reducida a una ilusión, una quimera creada por la mente humana.

Los escépticos, en definitiva, eran gente aburrida y frustrada.

Pensando en esto seriamente: ¿hasta que punto tenían que estar cansados de todo lo que les rodeaba para llegar a creer este tipo de cosas? La única respuesta posible es que tenían mucho tiempo libre. Demasiado. Quizá no les habría venido mal del todo ayudar un poco a los esclavos en sus tareas para mantener la cabeza ocupada. Está claro que una mente pensante nunca es una mente feliz: y la única vía de escape que le queda es arremeter con todo lo que encuentra, hasta tal punto que se llega a cuestionar su propia realidad.

Lo admito. Si yo no tuviera internet, probablemente ahora también sería escéptico. Pero, gracias al cielo, ese no es el caso.

Volviendo al tema, he hecho un profundo ejercicio de comprensión y he intentado entender cómo pensaban estos filósofos para tratar de realizar un comentario inteligente (o aceptable, al menos). Me he creído que la música, al no ser producida más que por la experiencia humana, en realidad no existe en absoluto. Que la naturaleza no produce música sino sonidos aleatorios, y que no los necesitamos; y cualquier intento por ordenarlos mediante un sistema es una pérdida de tiempo.

Pero ya llegados a este punto, en el que no nos queda música, ¿por qué detenernos aquí? Vayamos más allá y digamos que el sentido del gusto, el saborear una buena comida, también es una ilusión pasajera; que la vista es engañosa y todo lo que vemos no es real, sino inabarcable y ficticio; el tacto, los recuerdos, el odio y el amor... todo falso, todo inútil. No tenemos manera de saber si es real, y por tanto, nos es imposible creernos si existe de verdad.

Y, cuando no queda más que la vida, lo último que acaba perdiendo el sentido es la muerte.


3 comentarios:

  1. Estudiando una cuestión paralela (a los escépticos del siglo II de la Grecia clásica y a otros mucho más modernos la literatura también les parecía una sinrazon) me encontré recordando un libro que cayó en mis manos hace unos años. "88 sueños" de Cirlot. En el además de los 88 sueños hay tres interesantísimos ensayos el primero trata de los "sentimientos imaginarios".
    Y por eso tu post me lo ha recordado.. Pondré aquí una cita para que te hagas una idea " Los sentimientos imaginarios resultan, a esta luz,no en un nivel inferior de los sentimientos normales sino superior. Son el patrimonio de las almas capaces de ser estimuladas por ideas, por imágenes, por meras visiones de belleza..." y cuanto si no es así... por la música.
    En fin que me encanta leerte y las reflexiones que haces y me haces hacer ;)

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  2. Muchas gracias :) Interesante ese libro que comentas...

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  3. La Teoria de la Literatura y la Musicología se entienden... te lo digo yo XDD
    ;)

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