miércoles, 12 de junio de 2013

La retroconversión

 



Recientemente estuve investigando sobre la Société Nationale de Musique, una asociación francesa de finales del siglo XIX y comienzos del XX que pretendía ensalzar la música nacional instrumental del momento, rechazando cualquier obra que no siguiese ese patrón. Quizá el motivo por el que me interesé por el tema, además de lo musical, fue lo profesional: como miembro de una junta directiva de una asociación, me pierde todo aquello que tiene que ver con reuniones, estatutos, organización interna, división de ideologías .. aunque en un principio pensé que no tenía por qué ser igual, que eran otros tiempos y otra mentalidad. Estaba profundamente equivocado. Era incluso mejor de lo que creía.

Uno de los aspectos que más destacaría sería la diferencia entre formas de pensar. Volvemos a lo mismo de siempre: conservadores VS progresistas. Resulta que pocos años después de que se fundase la sociedad, varios miembros empezaron a abogar por que se incluyese la música extranjera en los programas de los conciertos que organizaban. Esto provocó un enfrentamiento entre estos compositores de corriente más innovadora, como Cesar Franck y Vincent d'Indy, y aquellos que creían que debían mantenerse fieles a los principios de la asociación, como Saint-Säens y Bussiné. El conflicto acabó con la dimisión de estos dos últimos y la inclusión de música extranjera en los programas. Muerto el perro se acabó la rabia, ¿no?

¡Pues no! Resulta que -redoble de tambores- en los años sucesivos fueron inscribiéndose a la asociación compositores de corte más modernista, como Claude Debussy y Maurice Ravel, que exhibían en sus obras las nuevas tendencias musicales. Esto produjo un nuevo enfrentamiento entre estos y aquellos que creían que ese nuevo estilo de música no llevaba a nada: ¡eran los mismos que antes habían luchado por una sociedad más abierta! Los progresistas se habían convertido en los conservadores, ¡y eso sólo en diez años!

A veces tendemos a creer que la evolución del siglo XXI es rápida, incluso vertiginosa; tanto que cambiamos de idea prácticamente de un día para otro. Basta con mirar con ojo crítico la historia para darnos cuenta que no es cosa de ahora, sino de varios siglos para acá, el que el mundo se mueva constantemente. La pregunta es, ¿donde estamos nosotros? ¿En el filón conservador? ¿En el progresista? ¿Se han unido los dos y ya no se sabe cual es cual?

La moraleja de esta historia es: niños, por si acaso, decid que sí a todo lo nuevo que venga. ¡No vaya a ser que quedéis como unos retrógrados ante los ojos de la historia!

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